Nunca se me dio demasiado bien disimular cuando algo no me gusta, cuando no es de mi agrado. Esta manía mía me ha traído algunos problemas y alguna situación desagradable.
Del mismo modo sucede lo contrario, no soy capaz de disimular cuando algo me gusta, cuando me hace estremecer, cuando me hace vibrar. Me emociono con facilidad y al borde de mis ojos asoman las lágrimas de felicidad. Una canción, una poesía, ver a mi madre feliz, una caricia de un amigo que creía perdido y por suerte el trascurso de la vida nos ha vuelto a reunir, los cuadros que pinta mi padre y con orgullo me enseña, sentir que me quieren.
No siempre se llora de tristeza, también hay lágrimas felices.